Reseña crítica: Drogas, alcohol blanco al desayuno, reviente y falta de aseo personal pueden ser pesares agustiantes pero siempre hay algo peor. El absorbente conflicto humano que afronta un perdedor acogotado por el vicio (Martin Dingle Wall) se inicia con un par de traficantes muertos casi por accidente y su huída a una pequeña ciudad en los confines del estado de Texas, Bedford Flats, donde se vincula con una especie de trabajador social que da charlas y que le significa una esperanza de rehabilitación. “La mayoría de la gente no muere por la bebida”, le alecciona, “sino por dejar de beber”. Y como vaticinio le describe el proceso: “a los temblores prosiguen alucinaciones y ataques cada veinticuatro horas”. Pero antes de poder aclimatarse a esta línea narrativa, el protagonista junto a otros forasteros y un par de inadaptados sociales, son capturados para servir como presas en una secreta festividad anual de los pobladores. No se aclara si esta costumbre es arcaica o bien se impuso al sancionarse severas leyes contra la caza de animales. En cualquier caso, la sutileza es una nota más de sarcástico humor negro en la ceremonia, cuyo anfitrión es, significativamente, el sheriff del pueblo. Seguirá una actualización (necesaria en tiempos de corrección política) de THE MOST DANGEROUS GAME (El malvado Zaroff-1932) y de la ignota MARKED MEN (Seis fugitivos-1940), con el deporte supremo cuyas reglas el sheriff especifica en dos oraciones: “Tú corres, nosotros te cazamos. Si te atrapamos, te matamos”. Una justificación si se quiere teórica de este rito de muerte es que “la cacería nos mantiene unidos”. No hay mucha reflexión, subtextos o lecturas (tampoco necesidad) sí, en cambio, la acertada contradicción: el protagonista que se autodestruía con el vicio termina siendo el que más se aferra a perservar su propia vida. Otras sutilezas embellecen el argumento, como por ejemplo que a fin de cuentas, el fugitivo sea quien más muertos se carga en su haber pero lo más sensacional es su encuentro en plena tierra de nadie con un grupo de mexicanos tratando de pasar la frontera. “Hay hombres malos por todos lados”. Felizmente esta afirmación no está segmentada por razas, rangos sociales ni religiosos. Es una verdad absoluta y si bien el film continúa durante un par de extremos y tensionantes reels más, merecería servir como un justo y valioso ep??logo. [Cinefania.com]
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