Reseña crítica: Un auténtico delirio fantástico sin aparente trama, con escenas en grutas, en laderas montañosas, en el fondo del mar, en ámbitos celestiales y en la habitación de un castillo. Una princesa es testigo del paso de un ejército de guerreros enanos (evidentemente niños disfrazados de gladiadores) que marchan en uno o dos automóviles camuflados como vehículos de guerra. Los armatostes (tal vez sea la primera vez que el cine utiliza un automóvil para hacerlo pasar por un vehículo fantástico) se la pasan cruzando por túneles excavados en la roca y siendo acechados por guerreros enemigos. La fauna está poblada de trasgos, seres antropomorfos y los escenarios son tan o más maravillosos que los filmes de Méliès. Una secuencia nos muestra a una princesa guerrera acudiendo a un cementerio y gestionando ante una especie de parca la resurrección de una tropa de muertos que, por artes negras, se transforman en soldados. [Cinefania.com]
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