Reseña crítica: Estamos en una central ultrasecreta italiana de experimentación con partículas de tamaño más irrisorio que la vida y la muerte. El experimento se corona en éxito, y el resultado son tres recipientes que contienen antimateria. Sí, así como se lee, en Europa un grupo de científicos logra crear antimateria con la cual es probable abastecer de energía al mundo entero. Sin embargo, un intruso le quita la vida a un cura científico (Carmen Argenziano) y se lleva uno de los recipientes. Tras este climático pero delirante prólogo, vamos con nuestro simbólogo de cabecera, el Prof. Robert Langdom (Tom Hanks), que es llamado por un agente del Vaticano, para prestar su colaboración en un caso que compromete la seguridad de varios cardenales en un período conocido como de "trono vacante". En dicho lapso, que ocurre entre la muerte del Papa y la elección del nuevo pontífice, las decisiones administrativas las toma el "camerlengo" (Ewan McGregor), un cercano asesor papal, en tanto que el cardenal más encumbrado (Armin Mueller-Stahl) trata de enfocar los máximos esfuerzos a apresurar los trámites del cónclave y consagrar al sucesor del fallecido Celestino V (extrañamente el auténtico Celestino V reinó entre 1294 y 1296, con lo cuál este papa debió ser Celestino VI, pero bueno, tal vez estemos siendo testigos de una historia que ocurre en un universo semi-paralelo, así que sigamos). El problema surge de la amenaza que representa este recipiente de antimateria: en unas horas puede estallar y su potencia es de suficientes kilotones como para borrar del mapa Ciudad del Vaticano. Se trata de una amenaza de los Illuminati, esa famosa secta a la que se revela pertenecían Galileo y el escultor Gian Lorenzo Bernini. El comandante de la guardia suiza (Stellan Skarsgard) al principio no cree mucho en las deducciones de Langdom, pero se convence cuando comienza a encontrar a cardenales que fueron secuestrados por los Illuminati. Ninguno de los tres sospechosos parecen ser del todo inocentes, así que el principal mérito de la película reside en la mano del director Ron Howard y el elenco protagónico teniendo que desarrollar una trama dinámica y personajes serios y comprometidos en base a un argumento extremadamente previsible, lleno de clichés, con licencias narrativas sobre la novela que en vez de mejorarla, la empeoran. Es sabido que la mayoría de las películas son una colección de delirios y despropósitos, sin embargo, las buenas películas son aquellas que hacen que durante su proyección, el espectador crea y tome como perfectamente lógicas las cuestiones más descabelladas. Este objetivo está irregularmente logrado en esta secuela de concepto atrayente pero insatisfactoria resolución. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com: