TIREZ SUR LE PIANISTE (1960)

Títulos en español:
- DISPAREN SOBRE EL PIANISTA (Argentina)
- DISPAREN SOBRE EL PIANISTA (España)

Dirigida por:
François Truffaut
Protagonizada por:
Charles Aznavour
Marie Dubois
Nicole Berger
Michele Mercier
Serge Davri
Estudios: Les Films Pleiade (Prod.) Cocinor (Distr.)
País: Francia
Estreno: 25 de Noviembre de 1960
Estreno en Argentina: 6 de Diciembre de 1961
Duración: 78'
Género: Suspenso

Títulos alternativos:
- SCHIESSEN SIE AUF DEN PIANISTEN (Alemania)
- TIREZ SUR LE PIANISTE (Bélgica)
- SCHIET OP DE PIANIST (Bélgica)
- SHOOT THE PIANO PLAYER (EE.UU.)
- SHOOT THE PIANIST (EE.UU.)
- TIRATE SUL PIANISTA (Italia)

Reseña crítica:  Hay una sensación de sátira derrotista que predomina durante todo el metraje, desde la secuencia inicial en que un par de gángsters (Daniel Boulanger y Claude Mansard) persiguen a Chico (Albert Rémy) hasta el epílogo con su hermano Charlie (Charles Aznavour) sentándose al piano en el tugurio de siempre. A pesar que hace años no lo ve, Chico acude a ese lugar para pedirle ayuda. Pero, ¿cómo llegó Charlie a ese lugar? Un flashback nos conduce a su pasado con un oficio y un nombre ligeramente diferentes: el concertista de piano Edouard Saroyan. Una posibilidad de gran éxito depende de un contrato con un empresario de renombre (Claude Heymann). Las actuaciones se suceden y Edouard es toda una celebridad. Pero en un momento álgido surge la amarga revelación: la esposa de Edouard, Thérèse (Nicole Berger), había accedido a tener un encuentro prohibido con el empresario para asegurar el contrato. ¿Infidelidad por amor? La solución es, como en otras obras de David Goodis (el autor de la novela en que se basa este film), un salto al vacío y Thérèse efectúa el suyo desde más de media docena de pisos. Destruído anímicamente, Edouard abandona su carrera y también su propia identidad, asumiendo el oficio de pianista de bar anónimo y encerrado en si mismo. Decidido a darse una nueva oportunidad, decide cortar lazos con Clarisse (Michele Mercier), una prostituta que le daba eventual alivio, para intentar algo con la joven mesera del bar, la sugestiva Lena (Marie Dubois). Uno de los incontables obstáculos, consiste en una pelea entre Charlie y el dueño del bar (Serge Davri). Por defender a Lena el protagonista termina matando en defensa propia al camorrero barman. Maltrecho, Charlie explica que había querido pincharle el brazo para amedrentarlo. Pero el resultado es que le hunde un cuchillo de carnicero en el pulmón. A todo esto, los insistentes gangsters, secuestran a Fido (Richard Kanayan, niño de la camada de LES QUATRE CENTS COUPS), hermano menor de Charlie. El fatídico enfrentamiento final ocurre en un bosque nevado, en los alrededores de la cabaña de Chico, donde Charlie acude para ocultarse por aquel asesinato. El desenlace nos retrotrae al bar de siempre y al pianista retraído que aporrea las teclas con la mirada herméticamente ausente. Con el cine clase B norteamericano de posguerra flameando en cada fotograma, estamos en presencia de tal vez una respuesta a la célebre A BOUT DE SOUFFLE (Sin Aliento-1959) de Godard, cuyo guión también pertenecía a François Truffaut. Según los estudiosos, parte del film ha surgido de la improvisación más que de un guión formal. Numerosas secuencias de diálogos, hayan o no sido improvisados, se tornan magnéticos. En las primera secuencia de Chico huyendo en la noche y golpeándose con una columna de luz, es ayudado por un transeúnte (el veterano realizador Alex Joffe) que le explica la historia de la devoción por su esposa con una convicción y franqueza inéditas:  
  "No sé quién es usted y quizá no vuelva a verlo jamás... pero puedo hablarle libremente. Creo que es bueno desahogarse con un desconocido a veces".  
  Más tarde Charlie y Lena son abducidos por los villanos que los conducen en un coche. Uno le pide precaución al manejar y el otro le responde:  
  "Si atropello a alguien habré vengado a mi padre. Era peatón y lo atropellaron al cruzar la calle. Nunca miraba los coches, sólo a las mujeres. Alguna debía llevar la falda demasiado corta, la miró y lo atropellaron".  
  Hay una escena memorable que carece por completo de humor: es cuando Charlie se baja del automóvil de Clarisse y decide que es momento de abandonarla definitivamente. Los diálogos y la voz en off son juguetes de expresión y significación para Truffaut. El omnipresente marco de los exteriores (o interiores) de París y el extraño carisma de Aznavour aportan un componente vital que, junto con la lente de Raoul Coutard y la precoz mano maestra del director (su segundo largo), confluyen en un film que busca evocar otros films, esas producciones americanas de los años '40 y '50 que inundaban la pantalla con tramas provenientes de novelas o relatos de autores populares y contemporáneos, conflictos planteados a través de diálogos, resoluciones por vía de violencia (especialmente balazos). El resultado es valioso pero apreciable más que nada por cinéfilos y críticos. [Cinefania.com]
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