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¿EL GRAN HERMANO O EL GRAN (CUENTO DEL) TÍO?

Ahora que la idea de Gran Hermano ha sido clonada en medio planeta, de Sudáfrica a Polonia, tal vez convenga hacer un poco de zapping por la pantalla global para ver qué nuevas versiones (¿perversiones?) han nacido de la costilla de este Adán catódico.

Hace unas semanas, Canal 4 de Montevideo tuvo que desistir de llevar adelante una variante originalísima, ante las protestas del gobierno, de la Iglesia, de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de la Asociación Vegetariana del Uruguay. La brillante idea de nuestros vecinos uruguayos: juntar a unas 20 o 30 personas, subirlas a un avión y hacerlo estrellar en la cordillera de los Andes. Los pasajeros y la tripulación, librados a su suerte, deberán ingeniárselas para sobrevivir, comiéndose unos a otros si es necesario. El programa dura tres meses: cumplido ese plazo, los sobrevivientes son rescatados, y se declara vencedor a aquel que haya perdido menos peso.

Radio Vaticano, buscando impregnar de mensaje cristiano al mundo de las cámaras omnipresentes y las nominaciones, lanzó Grandes Hermanos, un programa en el que los participantes, hermanos de la Orden de los Pastores Mediáticos, viven enclaustrados en la Abadía de San Silvio Berlusconi. El confesionario es atendido por el mismísimo Obispo de Perugia.

La televisión estatal rusa propuso a la agencia espacial de ese país y a varias cadenas televisivas occidentales una versión interplanetaria de Gran Hermano, con participantes de diversos países encerrados en la nave espacial Mir. El proyecto se vino abajo a principios de 2001 - junto con la propia estación orbital rusa.

El Gran Satán es la lectura iraní de el Gran Hermano occidental. Émulos de George Bush, Tony Blair y Ariel Sharon, entre otros, viven mil y una vicisitudes por la pantalla chica, mientras los espectadores votan a quién quieren ver ejecutado al cabo de la semana.

Una cadena inglesa se ganó la repulsa de medio mundo cuando lanzó La solución final, un violento programa en el que un par de docenas de hooligans se eliminaban unos a otros... literalmente. La idea de los creadores era que todos los barrabravas de Inglaterra pasaran por ese programa, hasta que quedara sólo uno, el que sería premiado con una isla entera en el Caribe, repleta de las comodidades del mundo moderno... de la que no podría salir. El programa apenas duró tres emisiones.

Telemontecarlo había hallado una vuelta de tuerca interesante: encerrar a los participantes en una casa fantasma, repleta de gadgets de películas de terror (goznes chirriantes, murciélagos repentinos, fantasmas de utilería). Cada vez que un participante se asustaba, sumaba uno o más puntos, según el susto que se pegase. El ganador sería aquel que lograse el menor puntaje en contra al cabo del ciclo.

Pero la versión más escalofriante de todas fue la que llevó adelante una cadena regional independiente de Idaho, Estados Unidos. La casa donde los personajes vivían encerrados era una cabaña situada en la cumbre de una montaña, junto a un precipicio helado. La única comunicación posible con el exterior era el helicóptero que, una vez cada quince días, concurría a aprovisionar a los sufridos montañeses a la fuerza y a retirar a los expulsados del juego.

Durante el segundo mes de emisión, uno de los personajes confesó que estaba enamorado de una de sus compañeras, una adolescente Down a la que había embarazado unos días atrás. Otro de los encerrados, veterano de la Guerra del Golfo, enfermo terminal de SIDA, enloqueció de celos y comenzó a perseguir a los demás y a darles caza uno por uno. Primero mató a un corredor de seguros que siempre se había salvado por poco de ser echado del juego, y que había dicho que el Buen Jesús había intervenido para que pudiera continuar participando. Luego asesinó a un transexual que guardaba en un frasco en la mesita de luz, conservados en formol, los órganos masculinos que habían sido removidos de su cuerpo.

Cuando la producción quiso intervenir, se desató una tormenta de nieve que duró doce días. En ese lapso, continuaron los crímenes. Para cuando pudo llegar una patrulla de la policía estatal, había seis cadáveres en la casa. Sólo habían sobrevivido la adolescente y un albañil nicaragüense, quien había salvado a la chica matando al veterano de guerra con una maza. El rating logrado el día del rescate fue algo jamás visto.

Universal Pictures planea una versión cinematográfica de los acontecimientos, para la que ya contactó al director Lars Von Trier y a los actores Christopher Walken, Benicio del Toro y Drew Barrymore.

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