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CAPÍTULO 13

(Donde el Apóstol crea las Órdenes de los Pastores Mediáticos y de las Hermanas de la Sagrada Gola) (1)

Viene del Capítulo Anterior

Un día el Apóstol estaba viendo televisión cuando una Iluminación de Lo Alto se presentó ante él. Luego de descubrir que los panelistas de la TV son siempre los mismos, y que a veces sus presencias exornaban sucesivos (cuando no simultáneos) programas, el Apóstol recordó haber sido invitado, en una ocasión, al camarín que uno de estos panelistas tenía en uno de los canales de televisión. Dicho camarín era en verdad un pequeño departamento, adonde este panelista solía refugiarse para descansar de su continuo opinar, entre debate y debate.

El Apóstol pensó: "para aprovechar el poder de los medios electrónicos, hay que disponer de una herramienta acorde. ¿Por qué no fundar una orden de hermanos que sepan extraerle a cada segundo de aire el máximo de provecho? ¿Por qué no adiestrar a un puñado de mujeres y hombres selectos, capaces de polemizar sobre el divorcio de una vedette, la formación de la defensa de Colón de Santa Fe, la tendencia a la baja de los precios de los granos, la influencia de la obra de Ernesto Sábato en las películas de Isabel Sarli? ¿Por qué no aprovechar los escasos, preciosos minutos de cualquier debate para difundir el Único Verdadero Mensaje de un modo ameno, claro y enriquecedor? ¿Acaso podemos desaprovechar la oportunidad de hacer un llamado a la esperanza, tan necesario en estos días, en medio de una discusión sobre el romance entre una monja, que era cura antes de someterse a una operación de cambio de sexo, y un poderoso empresario de origen libanés, dueño de la mayor cadena de polirrubros de toda América del Sur?"

Y así el Apóstol decidió convocar a un casting de discípulos. Con los discípulos varones formó la Orden de los Pastores Mediáticos, y con las discípulas, la Orden de las Hermanas de la Sagrada Gola. Con ellas integró el coro que iba a utilizar en sus actos públicos.

Algunos de estos discí­pulos, con el tiempo, adquirirían legendaria fama. El más destacado de todos, Carnestolendo Acevedo, el discípulo predilecto del Apóstol, era un antiguo albañil paraguayo que, tras vivir cuarenta años en la miseria, rodeado de privaciones, se decidió a abandonar a su familia y hacer votos de riqueza.

Algunos éxitos de  Carnestolendo fueron increíbles. Logró que Julio Iglesias, ante millones de espectadores y en presencia del mismísimo Juan Alberto Mateyko, pidiera disculpas por lo mal que cantaba. Otra vez logró convencer a Mirtha Legrand de hacer votos de silencio por cinco minutos.

Entre otras, integraban el Coro las señoras Doña Sufrimientos Bogado, Doña Plegaria Romero y Doña Ligustrina Bianchetti, conocidas en todo el mundo por ser las primeras siamesas hijas de diferente madre, milagro que el Apóstol Catódico diera a conocer cuando las separara frente a las cámaras de Saturday Night Live. Esto sucedió en una ocasión en la que el Apóstol fuera al Gran País del Norte y lo encontrara cerrado, por lo que debió cancelar su gira pastoral por Canadá y contentarse con hacer una gira por Estados Unidos.

"Recuerden que la Única Verdad está en Lo Alto", dijo el Apóstol en la cena show de graduación de la primera camada de miembros de la Orden de los Pastores Mediáticos. "Yo Soy apenas un Simple Servidor" - continuó - "cuya labor sólo intenta evitar que el mundo se precipite en el Error y las Sombras, pero nada más que eso. En verdad Yo les digo los siguiente, para que comprueben la Humildad de este Apóstol: Yo sólo sé que Sócrates no sabía nada".

(Continúa)

(1) El lector puede saltear la lectura de este capítulo, a los efectos de un mayor disfrute de la obra.

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